Poco después de comenzar mi trabajo en Save the Children, se me presentó una oportunidad única, participar en la iniciativa Somos panas Colombia impulsada por ACNUR. Este proyecto se basa en concientizar y en combatir la xenofobia que está sufriendo la población procedente de Venezuela en Colombia. Esta discriminación ha comenzado a llegar a los más pequeños, incluso en los colegios y yo, siendo venezolana, felizmente acepté involucrarme en el proyecto.
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Nací en Valencia, estado Carabobo, Venezuela y viví desde los 6 años en Caracas. Este año cumplo 8 años desde que pisé suelo colombiano, con el cual estoy muy agradecida. Nunca había pensado en trabajar con niños y niñas ni con comunidades vulnerables, pero gracias a mi facultad, conseguí realizar mi práctica universitaria en Save the Children y desde ese momento cambió mi perspectiva del mundo.
La participación en este proyecto haría parte del proyecto propio de Save the Children de atención a la población procedente de Venezuela, una de las propuestas que salió con este proyecto y para conmemorar el Día Mundial del Refugiado fue realizar una campaña con niños y niñas ya que estos se están viendo afectados también.
Durante la filmación del corto tuve muchísimos sentimientos encontrados, no solo estaba ayudando a niños y niñas sino estaba acompañando a niños y niñas venezolanas que, como yo en su momento, salieron del país en incertidumbre sin saber que pasaría, si vivirían igual, mejor o peor que en Venezuela, sin entender en verdad la razón del cambio tan abrupto. Por la cercanía entre ambos países uno pensaría que no hay mucha diferencia cultural y que ésta se basa únicamente en el acento y en el uso de algunas palabras, pero no es así. Hay mucha distancia entre un caraqueño y un bogotano. Cuando veía a los niños y niñas venezolanos involucrados en las grabaciones y entusiasmados por las mismas, por querer ayudar a más niños y niñas como ellos; y a los niños y niñas colombianos tocados por las frases, impactados por la crueldad de las mismas y con ganas de cambiar la situación de sus nuevos amigos y amigas, no me quedo más que retirarme a llorar.
Sí, lloré durante las grabaciones porque no podía creer que tuviéramos que llegar a estas instancias para proteger la inocencia y la felicidad. Me di cuenta que, entre todo, fui muy afortunada. Fue muy poco por lo cual se me molestó cuando ingresé al colegio en Colombia, hice amigos muy rápido que me aceptaron tal y como soy, a pesar de que ahora confundo acentos y utilizó palabras de aquí y de allá, aún es mi marca y es un orgullo ser venezolana. Nunca me imaginé pasar por todo lo que han pasado estos niños y niñas, y, aun así, allí estaban ellos comentando sus experiencias con caritas sonrientes por estar en Caracol Televisión (muchos expresaron que estaban en un sueño) pero aún así con un atisbo de tristeza en los ojos.
Hay un niño en particular que me hizo quebrarme porque me recordó a mi hermano mayor. Un niño venezolano de 14 años con síndrome de Asperger* que incluso ha tenido que enfrentarse a un arma blanca por solo ser venezolano y tener un trastorno de comportamiento. Y a pesar de todo, fue uno de los niños más fuertes entre todos los que estaban allí y al que sentí más cercano. Ángelo, se sentía feliz de participar, se sentía un pequeño héroe para los suyos y junto con su mamá me expresaron sus ansias de ser embajadores de esta iniciativa. Los niños y niñas colombianos también estaban interesados en continuar con esto, en dar a conocer lo que estaba pasando y combatirlo, todos piensan que la xenofobia está mal y que nadie debería sufrir discriminación por su origen.
Si los niños y niñas pueden en luchar contra la xenofobia ¿por qué nosotros no? Una vez más expreso mi agradecimiento con Colombia y espero que seamos cada vez más los que se unan a esta iniciativa para que más venezolanos y venezolanas sientan la calidez colombiana.
Escrito por Eugenia Cabello, pasante del área de incidencia política y comunicaciones. Editado por el área de comunicaciones.
*Síndrome de Asperger: es un trastorno del espectro autista que suele ser menos grave. Las personas que padecen este trastorno pueden tener un comportamiento social inusual y un interés profundo en algunos temas específicos.